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Todavía en muchas empresas y organizaciones se sufren presentaciones lineales y aburridas. Se hace duro soportar una serie interminable de diapositivas cargadas de texto o de imágenes inconexas que no aportan valor. Si además el ponente se limita a leer, los bostezos están garantizados.

No todo debería valer. Las malas presentaciones significan perder tiempo, despilfarrar energía de muchas personas y dejar pasar oportunidades. Una buena comunicación requiere estructura, ideas claras, un significado valioso para quien escucha y convicción a la hora de exponer. Se trata de mover a la acción.

Esto tiene mucho que ver con la creatividad que pongamos en juego. Para comunicar con éxito hemos de sortear los peligros de los formatos preestablecidos y los esquemas planos.

Un error muy frecuente consiste en comenzar a preparar una presentación abriendo el programa de presentaciones en primer lugar (PowerPoint, Keynote, o cualquiera de las múltiples herramientas web como Canva, Emaze, Piktochart, etc). Es un error que lleva a pensar de forma lineal, a repetir esquemas e impide adoptar una visión global del tema.

Hay quien cree que la solución está en Prezi, pues su gran lienzo permite plasmar una visión global del tema que puede ser de gran ayuda. Pero la solución no está en la herramienta, sino en nosotros y en una adecuada preparación para saber dónde queremos llegar.

Por eso te animo a cerrar el ordenador y coger un lápiz. Comienza trabajando sobre un papel en blanco: escribe a mano y dibuja. O toma un bloque de post-its si te sientes más cómodo con ellos.

Pregúntate y responde ¿para qué comunico?, ¿qué quiero contar?, ¿qué quiero que ocurra después?, ¿qué interesa a mi audiencia?, ¿qué experiencias, datos o ideas puedo aportarles?, ¿qué historias les pueden inspirar?, ¿qué metáforas pueden ilustrar el mensaje?

Aplica lo que sabes sobre favorecer el proceso creativo y la lluvia de ideas: anotar cualquier idea, palabra o imagen que nos llegue, generar muchas ideas, combinarlas y no censurar ninguna inicialmente. Dibuja aquellas ideas que vengan a tu mente.

De este modo, conectarás con el lado derecho de tu cerebro, con tu capacidad creativa. La visión global del tema te permitirá generar un pensamiento más original e innovador, con menos limitaciones previas y menos condicionado por presentaciones anteriores.

Se trata de abrir un camino nuevo, no de recorrer siempre los mismos, desgastados y que ya no llamarán la atención de tu público.

Después llegará el momento de ordenar, agrupar y relacionar las ideas e imágenes para crear un mapa mental con los puntos que quieres incluir. Si has escrito tus ideas por ejemplo en post-its puedes ir pegándolas en la pared. Ordénalas y construye de esta forma el esqueleto de la presentación. Podrás corregir, reorganizar, evaluar,  descartar…, y terminar de dibujar el camino que quieres recorrer en tu discurso.

Al tiempo que vamos configurando el guión, habremos de decidir los soportes más oportunos (diapositivas, imágenes, música, vídeo…) para que el mensaje llegue a sus destinatarios, buscando que la experiencia implique preferentemente distintos sentidos.

Si optamos por apoyarnos en una herramienta de presentación, esta ha de ayudarnos a construir un mensaje visual que complemente el discurso y lo haga más efectivo. Tal vez alguna de las plantillas que ofrecen los distintos programas te resulte de ayuda, pero mucho mejor aún si la personalizas de acuerdo con el contenido.

En cualquier caso, no abuses del texto en las presentaciones. Si vas a contar una historia,  o quieres implicar al público en una experiencia, tal vez sólo necesites una buena imagen para comenzar y una conclusión o síntesis potente para cerrar.

Como sabemos, si la comunicación genera emociones, tendrá mayor impacto y será mejor recordada. Asegura que los soportes estén al servicio del mensaje y no al contrario.

Cuando prepares tu próxima presentación, ¿te acordarás del papel y lápiz?

 

 

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