Ayer tuvimos una interesante reflexión en un curso de Consolidación de empresas en Cáceres.
Emprender significa arriesgar y va acompañado muchas veces de temor e incertidumbre. El miedo, como todas las emociones, nos avisa de algo.
A la hora de poner en marcha un proyecto, hay un miedo saludable, que nos indica por ejemplo que hemos de prepararnos mejor en algún aspecto de gestión, dotarnos de tecnología que nos haga más eficientes, construir un equipo equilibrado, establecer alianzas, mejorar el diseño del producto o servicio, etc. Hay que ver qué nos dice ese miedo y actuar para resolverlo.
Los cursos de Creación de empresas precisamente ayudan a estudiar la viabilidad de los proyectos empresariales, detectar puntos fuertes y debilidades y plantear estrategias.
Pero también hay otro miedo tóxico, irreal, basado en un sentimiento de incapacidad o en creencias limitadoras. “No puedo”, “no soy capaz”, “no valgo”. Ese miedo hay que detectarlo y cambiar las creencias que lo sustentan por otras potenciadoras. El cuento “El elefante encadenado” de Jorge Bucay ilustra muy bien de dónde vienen las creencias limitadoras y anima a romper con ellas.
También hay mensajes y creencias del entorno a los que no somos inmunes, “Te vas a meter en líos”, “Te vas a complicar la vida”, “Con lo tranquilo que estarías con una plaza fija”. Es útil entender que son mensajes transmitidos durante generaciones, que no se ajustan al nuevo entorno, donde “lo más arriesgado es no arriesgar”. Si somos conscientes, podemos desmontar esas creencias e instalar otras nuevas, más constructivas.
En definitiva, para superar los miedos tóxicos hemos de enfrentarnos a ellos. Preguntémonos ¿qué es lo peor que nos podría pasar? ¿Y lo mejor? Valorar racionalmente estos pros y contras puede ser de gran ayuda. Además, tener en cuenta la oportunidad de aprendizaje que supondrá el proceso también es un argumento a tener en cuenta.
Cuando nos enfrentamos a los miedos, comprobamos que la causa se desvanece. Era más terrible el temor que la realidad una vez afrontada. ¡A por ello!